MADRID ES CULTURA

EL CENTRO NEURÁLGICO DE ESPAÑA CONVIDA MANJARES PARA ALIMENTAR TODOS LOS SENTIDOS. ENTRE REYES Y LEYENDAS, CIENTOS DE LUGARES QUE VISITAR PARA ACERCARSE A UNA HISTORIA DE SIGLOS QUE SE MANTIENE ACTIVA Y PARA ENCONTRARSE CON UN ENTORNO DE MÚLTIPLES PROPUESTAS FUNDAMENTALES EN LA AGENDA DE CUALQUIER VIAJERO.

FOTOS: GENTILEZA DE INSTITUTO DE TURISMO DE ESPAÑA

Con una historia pretérita que se remonta al siglo IX, ya desde sus orígenes la capital española guarda rincones de una gran diversidad alimentada generación tras generación y enriquecida con el paso del tiempo. Caminar por Madrid es sorprenderse con anécdotas de lugareños apasionados por su historia, es perderse horas entre construcciones llenas de preguntas y respuestas de los clásicos de la literatura, es conectarse con la influencia musulmana y cristiana presente en múltiples detalles, es codearse con historias de reyes y de guerra civil y es andar entre paisajes de inagotables atractivos. Su vida cultural es tan amplia, que conviene trazar un recorrido no sólo por los imprescindibles sino también por esos sitios que invitan a descubrir con otras miradas uno de los lugares más poblados de la Europa contemporánea. Inaugurado en 1911, el Edificio Metrópolis nunca falta en las postales turísticas de la zona. Con sus 45 metros de inspiración francesa emplazados en el cruce de las calles de Alcalá y la Gran Vía, fue durante décadas la torre más alta de Madrid y continúa siendo una de las fotos nocturnas más preciadas. Tuvo en su cúpula al ave fénix, símbolo de la compañía de seguros que lo fundó y varios años después fue reemplazada por la Victoria Alada, del escultor Federico Coullaut Valera. Hay que prestar atención a las esculturas laterales, a los detalles en hierro forjado, a la cúpula y sus revestimientos en oro 24 kilates, por citar sólo unos pocos ejemplos del icono madrileño. 

En honor al dramaturgo español del siglo XVII, la Plaza Tirso de Molina se ubica en uno de los límites del barrio Lavapiés. En este entorno vivían los pobladores más desfavorecidos y hacia el siglo XX la creciente migración de población rural desocupada, el fenómeno okupa y el abandono edilicio acabaron por darle una fisonomía cada vez más decadente. Hasta que en el año 2004, distintos actores sociales se proponen darle a la plaza una oportunidad de renacer. Se creó el Mercado de las Flores y la inyección de una nueva vida urbana cambió el fenómeno social. Bautizado con el nombre de una obra literaria, cada uno de los puestos es un cubo formado por una estructura metálica revestida de listones de madera. Una de sus caras verticales puede abatirse 90 grados para formar una plataforma donde exponer las flores cuando el puesto está abierto. Hoy día, el atractivo de sus colores y perfumes se complementa con una intensa actividad cultural: música y danza, flamenco, exposiciones de artes plásticas y teatro. Con la luz del atardecer, la visita al Templo de Debod se vuelve una excursión muy particular. Este tesoro arqueológico no tan difundido, rodeado de jardines y espejos de agua, proviene del antiguo Egipto. Tiene 2.200 años de antigüedad y fue un regalo de Egipto a España por su colaboración en la defensa de los templos de Nubia (que corrían peligro de desaparecer por la construcción de la represa de Asuán, en el Nilo). Transportado al país europeo, fue reconstruido piedra tras piedra y abierto al público en 1972 en el Parque de la Montaña -uno de los espacios verdes con mejor vista de toda la capital-, junto al Paseo del Pintor Rosales, muy cercano a la Plaza de España. Es uno de los pocos testimonios egipcios que pueden verse completos fuera de su país y el único de sus características existente en España: es el monumento más antiguo de todo Madrid.

Dicen que la huella que dejaban los cuerpos de los animales procedentes del matadero y las curtiembres de la zona dio nombre al mercado El rastro. Una cita de madrileños y turistas que los domingos o días festivos buscan desde artesanías y antigüedades hasta objetos vintage y mascotas. La pluralidad hace a este paseo más que interesante.Hay más de 50 museos, decenas de teatros, inagotable oferta de tablaos flamencos y bares de tapas, pero hay un centro cultural que vale destacar: el Caixa Forum Madrid que, además de su propuesta multidisciplinaria y la mixtura de tradición y modernidad, cuenta con el primer jardín vertical del país formado por 15.000 plantas.

SU VIDA CULTURAL ES TAN AMPLIA, QUE CONVIENE TRAZAR UN RECORRIDO NO SÓLO POR LOS IMPRESCINDIBLES SINO TAMBIÉN POR ESOS SITIOS QUE INVITAN A DESCUBRIR –CON OTRAS MIRADAS– UNO DE LOS LUGARES MÁS POBLADOS DE LA EUROPA CONTEMPORÁNEA

Los clásicos

El Museo Nacional del Prado es considerado por muchos expertos como la mejor pinacoteca del mundo. Contiene las obra maestras de El Greco, Velázquez, Goya, El Bosco, Tiziano, Rembrandt y otros pintores universales de los siglos XI al XVIII. También esculturas, piezas suntuarias y decorativas y mucho más. Con 15 años de trayectoria, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía recorre el final del siglo XIX hasta la actualidad a través de una colección de 18.000 piezas de arte español e inter-nacional. Es el lugar para apreciar, por ejemplo, el Guernica de Pablo Picasso. No termina allí el paseo por los museos, existen muchas otras alternativas pero uno que completa y balancea las propuestas anteriores es el Thyssen-Bornemisza, con una colección privada que abarca desde el siglo XIV hasta el arte pop del siglo XX.Una buena dosis de verde y agua en la mitad del tour es el condimento ideal. El lugar es El Retiro, que desde hace casi medio siglo es el parque más importante de Madrid. Un estanque, un lago artificial donde pasear en bote y una oferta de números artísticos al aire libre dan cuenta de que la cultura también vive en este reducto citadino: desde el monumento a Alfonso XII, fuentes y esculturas como la representación del diablo en El Ángel caído y los Galápagos, que conmemora el nacimiento de Isabel II, hasta las exposiciones artísticas del Palacio de Cristal y el Paseo de la Argentina, también conocido como De las Estatuas.

LA GRAN VÍA ES LA CALLE QUE NUNCA DUERME. TAPAS, FLAMENCO Y MUCHO MÁS PARA CORONAR UN RECORRIDO FUNDAMENTAL.

Construido entre 1738 y 1764, el Palacio Real atrae con sus fachadas, con el famoso cuarto del Rey Carlos III, con las obras maestras de Goya y Caravaggio entre otros; también el Salón de los Espejos, los jardines y en sus alrededores Construido entre 1738 y 1764, el Palacio Real atrae con sus fachadas, con el famoso cuarto del Rey Carlos III, con las obras maestras de Goya y Caravaggio entre otros; también el Salón de los Espejos, los jardines y en sus alrededores la Catedral de la Almudena y un sinfín de historias. Allí cerca está la ineludible Plaza Mayor, antiguo escenario de las corridas de toros, fiestas populares y religiosas y hasta incluso juicios de la Inquisición y ejecuciones colectivas.La Antigua Estación del Norte es un edificio construido entre fines del siglo XIX y principios del XX en tierras que eran del príncipe Pío. Actualmente, también funciona allí el centro comercial que lleva su nombre, hay un teatro y se ofrecen espectáculos. Es la cabecera de la línea de trenes que une Madrid con la frontera francesa a través de Castilla León, Asturias, Cantabria y el País Vasco.Ineludibles son los monumentos de la Puerta de Alcalá, ubicada en la plaza de la Independencia, y la estatua del Oso y el Madroño -símbolos de Madrid- y el Reloj de la Casa de Correos donde desde 1962 se originan las campanadas de fin de año; ambos pertenecientes a la Puerta del Sol. Párrafo aparte merece esta plaza que es el punto emblemático: allí confluyen las calles principales de la capital. Otro icono es la fuente de Cibeles, inicio del recorrido turístico por la Puerta del Arte y representación de la madre de la tierra. Se dice que la Cibeles es la guardiana de las llaves de la ciudad porque, en verdad, custodia la cámara subterránea del Banco de España, a 35 metros bajo tierra.Para terminar, la Gran Vía es la calle que nunca duerme. Tapas, flamenco y mucho más para coronar un recorrido fundamental. Uno se irá con cantidad de experiencias vividas, las retinas colmadas de clásicos del Viejo Continente, el sabor de un paseo por épocas pretéritas y el valioso aprendizaje de una cultura que continúa enseñando sin importar edades.

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